Siendo una travesti de clóset, desde niña he sentido esa feminidad casi instintiva. Buscaba ropita y me la probaba llena de emoción. Al crecer seguí esa costumbre de sentirme hembra en mi intimidad. Los hombres van a lo suyo y no saben satisfacer las necesidades de una. Y descubrí otras como yo. Y conocí la delicia de compartir el juego de vestirse juntas, mirarse y admirarse. Dejarse vestir al gusto de tu amada. Que bonitos preliminares.