Llego a mi casa de madrugada, me quito la ropa y la tiro en cualquier parte de la diminuta sala del "aparta estudio" donde vivo desde hace un año cuando me divorcie. Es diminuto y ubicado en una zona de la ciudad poco segura, alguna vez intente traer a alguien aquí. Después de la última vez no quise volver a hacerlo.
Me acuesto, enciendo la televisión para no verla, miro al techo y comienzo a recrear lo que acaba de pasar hace un par de horas. No bebo mucho así que no estoy ebrio y el sabor que traigo en la boca no es precisamente de cerveza o vino.
No es la primera vez que hago algo parecido, pero si la primera vez con la mujer que me tiré hoy.
Se que no está del todo bien, yo estuve del otro lado, del lado del esposo que a lo mejor no tiene ni idea o a lo mejor sabe todo, la verdad me vale.
Me paso las manos por la cara en señal de cansancio y siento nuevamente el aroma de ella. Y no puedo dejar de pensar en lo que a la final y de forma extraña me produce más morbo de toda esta situación. Imaginar como ella se mete a la cama de su esposo aun con mi olor adentro. Soy culpable y lo acepto, hago lo que esté a mi alcance por impedir que después de la pichada deliciosa que nos metimos, tenga la oportunidad de ir y ponerse presentable y aseada para su marido.
Recuerdo rápidamente como fue que ese día recibí alguna pista en la oficina de que a lo mejor podría cambiar una noche de estas a su esposo en la cama por mí. Después solo llegan flashes de cómo estaba vestida hoy cuando la recogí y aún quedaba cierto grado de incertidumbre de como terminarían las cosas más tarde, de cuando me sonrió cuando le dije una tontería, y cuando en el rincón del bar donde voy cada tanto nos besamos. Sus labios estaban semi pintados de color, no mucho, sabían super rico, su lengua me quito en ese momento al besarnos las dudas que hasta ese momento tenía de lo que iba a pasar.
La esquina del bar me gusta, solo pocos pueden ver lo que pasa en mi mesa, y sabiendo eso mientras hacía figuras con su lengua en mi boca, le aprete una de sus redondas tetas, ahí sentí como su boca en la mía dejo escapar un primer gemido super sutil. La blusa de su uniforme me permitía sentir en los dedos sus pezones... por fin... la noche ya había valido la pena solo por eso. Pero faltaba todo aún...
