Finalmente, después de tres meses de entrenamiento, disciplina y acuerdos, había llegado el día de su iniciación.
Se dejaba ver su ansiedad, y una mezcla de nerviosismo, de felicidad en sus movimientos y gestos. Tras un breve saludo formal, tal como estaba protocolizado, Lis mi sub en convivencia – que en adelante sería su hermana, compañera y la apoyaría en su plena adaptación – la condujo a la alcoba y baño, para ayudarla con sus preparativos, y así ofrecerse en forma digna y adecuada a su iniciación.
Mientras esperaba en la sala, asegurándome de que todo estaba bien dispuesto, el contrato, el collar, cuerda, paddle, lubricante… recordaba algunos momentos de su entrenamiento y cómo llegó hasta mí.
Como casi todas las sub iniciantes, presas de sus fantasías y deseos ingenuos, había sufrido el maltrato y caído en las mentiras de los tramposos y abusadores que juegan al ‘Dom’ online: se habían declarado sus dueños sin mediar palabra, la habían insultado, pedido fotos, sexo, la habían castigado estúpidamente. No supo ni tuvo nada de acuerdos, consensos, protocolos, etc. El habitual desastre, básicamente la habían usado, maltratado y olvidado, ya unas dos o tres veces, incrementando sus temores, dudas y desconfianzas.
Siempre es algo triste, y no deja de ser divertido, el tener que explicar lo obvio y lógico.
Que un Dom antes que controlar a alguien más, requiere autocontrol, así que todos esos sujetos de insulto y enojo rápido, vociferantes, que conoció y se imaginaba, no entraban en la categoría. Tampoco esos que lo único que demandaban era sexo, sin más y para nada más… Que tampoco podía realmente ser un Dom formado, alguien de menos de 35 años, por todo lo que se requería como conocimientos sobre uno mismo, sexualidad, biología, seguridad, relaciones humanas y el mundo en general, además del propio BDSM, las cuerdas y el restrain, el impact play, fetiches, juguetes sexuales, en fin…
Que un Dom no es cualquier mandón, prepotente, narcisista o machista, sino alguien con un nivel cultural, conocimientos e inteligencia, bastante sobre el promedio; que con plena consciencia y control de sí mismo, domina y controla, premia y castiga como acciones deliberadas y con propósito; que opta por acoger y acepta a una sub a su servicio, no por meras carencias o pereza, sino para mutuo placer y bienestar, para el mejor desarrollo y cuidado de esa sub, y para que su experiencia del mundo, el sexo y la vida, dejen de estar fragmentadas, bajo permanente duda, sospecha de inadecuación; que ese ahogo, frustración e insatisfacción cotidianas, la culpa y la duda sobre sí misma, sus deseos e impulsos, etc., encuentren paz, realización y se transformen en fuentes de equilibrio y bienestar en una relación D/s.
La tristeza que generaron las malas vivencias gratuitas que pasó, se compensaron más que suficientemente al ver su cara y proceso mental, el cómo las piezas iban encajando, y de pronto todas esas cosas dispersas y contradictorias, adquirían sentido y producían seguridad.
Luego de esa pequeña revelación, nos tomamos un par de semanas revisando prácticas habituales en el BDSM, roles, estilos, fetiches, protocolos, límites. Asegurándonos de que entendiera bien qué era lo que el BDSM ofrecía para ella como posibilidades y estilo de vida. Quién era, quería y podía ser en ese espacio. Dejando atrás las ideas vanilla de la monogamia, celos, el individualismo y el ‘amor romántico’, el apego a la apariencia e ideas sobre la edad y apariencia física como únicos criterios de atractivo y vínculo; y en cambio, comenzara a entender las propias del BDSM, de una comunidad de prácticas y cuidado, el compartir y solidarizar, la de familia y Casa, de munch, el valor de la persona, el respeto, honestidad, aceptación, la entrega y posesión, y la del propio amor, como una construcción amplia y cotidiana de cuidados, consideraciones, conocimiento mutuo, vida compartida, seguridad, bienestar y balance. Mi propio Nick Sasdaskalos, su significado y por qué lo uso en todas mis redes, el título de Master y su carácter de otorgado, etc.
Llegar así a entender que en una relación D/S el placer y el castigo son partes esenciales de ese vínculo. Que están ritualizados y maximizados de acuerdo con nuestros deseos y necesidad, que ganarlos o perderlos dependen de su comportamiento y servicio; que las más bellas o duras palabras no significan nada si no se traducen en acciones; lo que significa el consentimiento y acuerdo, y cómo se formalizan en contratos, reglas y protocolos; y, que son ellos los que dan la seguridad, claridad y certezas sobre las que construyen las relaciones en BDSM asegurando el bienestar de todos sus participantes.
Recuerdo su excitación y timidez cuando Lis la acompañó por sus primeros juguetes básicos de entrenamiento, y al examen de ITS. Sus nervios sobre descubrir que tuviese alguna, y sus comentarios sobre la bala vibradora, el plug anal y la ducha, y las bolas kegel. Así fue aprendiendo de seguridad, higiene y cuidado al otro, tanto como a fortalecer su piso pélvico e intensificar sus orgasmos, dilatar y preparar su ano para servir, y a que si clítoris no era sólo el botoncito que estimulaba al masturbarse, sino un órgano complejo y más profundo que se extendía desde ahí alrededor de toda su vulva y la entrada de su vagina.
Poco a poco los fue aprendiendo a usar, desde minutos hasta el día completo con las bolas y el plug, se fue adaptando a su rutina de ejercicios y fortalecimiento, mejorando su dieta y condición física; fue descubriendo sus distintos tipos de orgasmos, aprendiendo a contenerlos, prolongarlos, y pedir permiso antes de tener derecho a ellos, a tener tantos como se le ordenara y en la forma en que se le instruía, hasta que finalmente y para su sorpresa, los comandos y controles que yo había ido instalando, la hacían correrse a mi sola orden. Estaba tan sorprendida como orgullosa, esos pequeños detalles y logros que hacen las delicitas de un Master, y dan cuenta del compromiso y dedicación de una sub.
