Entregada a un desconocido

Bernardo, mi marido, me llamó sobre las 6 de la tarde para decirme que esa misma noche íbamos a salir, que me vistiera de forma sexy pero discreta y que fuera sin bragas, ni sujetador, que vendría a recogerme sobre la 9 de la noche y, también añadió, que había estado hablando con un hombre dominante y severo sobre mí, diciéndole que era sumisa y que me iba a tratar como si fuera su perra. Bernardo me mandó los mensajes que había estado intercambiado con este hombre y al leerlos no pude sino ponerme muy nerviosa y también muy excitada, y también pude comprobar que le había enviado fotos mías. Me sentí ofrecida y completamente expuesta, además de caliente y avergonzada, porque me iban a someter y a humillar a su antojo y lo habían estado planeando entre los dos sin tener en cuenta mi opinión. Así que me dispuse a arreglarme como Bernardo me había dicho. Por los mensajes que se habían intercambiado entre ellos, sabía que íbamos a ir a un parque o un bosque, o algo parecido, la Casa Campo quizá, así que me decidí por ponerme algo cómodo, elegí un vestido de una pieza, bastante fino porque hacía calor y que abría y se cerraba por detrás con una cremallera que se podía abrir desde abajo o desde arriba según se quisiera. También me di una ducha, me depilé y me perfumé como a Bernardo le gusta y como me sobraba tiempo y estaba tan cachonda, volví a leer los mensajes que se habían intercambiado entre ellos dos y cuanto más los leía más cachonda me ponía.


Bernardo llegó a eso de las nueve de la noche y yo estaba preparada esperándole y empapada después de leer sus mensajes. Antes de salir, Bernardo me hizo una exploración completa para comprobar que iba sin bragas y sin sujetador, y cuando estuvo conforme, nos subimos al coche y fuimos a un sitio apartado, no sé si era la casa de campo o que sitio era, era una estación de metro y cuando llegamos Bernardo aparca el coche y nos bajamos, fuimos hacia la estación de metro y estuvimos esperando un poco, supongo que el amigo de Bernardo no estaba, yo no sabía quién era y estuvimos paseando un poco haciendo tiempo a ver si llegaba este señor, hasta que apareció un hombre delgado, más o menos de la edad de Bernardo, iba bien vestido aunque informal, Bernardo no me dijo que ese era su amigo, pero yo supe que era él, aunque no se saludaron, simplemente el hombre se apoyo en un poyete de la estación del metro y nosotros pasamos a su lado sin decir palabra, yo le pregunté a Bernardo si ese era su amigo y me dijo que ya lo vería en su momento y que siguiera caminando. Nos subimos a nuestro coche y esperamos, casi al momento pasó un coche y Bernardo fue siguiéndole hasta llegar a un sitio que era un bosque de pinos, allí no había nada, ni nadie. El coche que iba delante de nosotros se paró y Bernardo continuó un poco más hasta que aparcó más adelante. Bajamos del coche y nos pusimos a andar para adentrarnos más profundamente dentro del bosque. Bernardo me dijo que caminara delante de él y que me levantara el vestido para que se me viera todo el culo mientras iba andando delante de él.


Hice lo que me dijo Bernado, me levanté el vestido y me puse a pasear delante de él, supongo que detrás de Bernardo vendría el otro señor, aunque no lo veía porque Bernardo me había dicho que no mirara para atrás, sabía que el amigo de Bernardo venía detrás también y me estaba viendo el culo tranquilamente mientras iba andado por aquel camino.Después de un rato, Bernardo se acerca a mí y empieza a meterme mano, yo estaba muy nerviosa porque sabía que había un señor muy cerca de nosotros escondido viendo todo lo que Bernardo me estaba haciendo, pero yo no le veía. Bernardo seguía tocándome, estaba muy cachonda por toda la situación y con los manoseos de Bernardo me estaba mojando toda. Así que yo también le acariciaba a Bernardo comprobando que tenía una erección enorme pero aun no se la había sacado del pantalón. Un poco más de magreo y Bernardo me quita completamente el vestido, me quedé completamente desnuda, muy nerviosa y muy salida.Vamos, pasea, me dice Bernardo. ¿Ahora? Le pregunto. Si, ahora, me dice. Estaba completamente en pelotas con un señor rondando por allí, completamente excitada y toda mojada y a Bernardo no se le ocurre otra cosa que decirme que me ponga a pasear. Pero no solo quiero que te pongas a pasear quiero ver cómo te contoneas y como te exhibes como una puta, me dice Bernardo.



Me quedé sin palabras, y me puse a caminar moviendo el culo, tocándome las tetas, el culo, no sé, quería hacer lo que Bernardo me había dicho. En esas estaba cuando aparece el señor con el que Bernardo había quedado, me dio un susto de muerte, la verdad es que no me lo esperaba que apareciera así, apareciendo en el camino como si fuera un asaltante; joder perra que buena estás, me dice este señor. ¿Qué? Le pregunto. ¿Cómo que qué?, perra, me suelta el buen señor, y me agarra del pelo con una mano y con la otra me toca todo el sexo empapado, como estaba. Qué buena zorra eres, dice el buen hombre, me voy a divertir mucho contigo, perra. No dejaba de llamarme perra, zorra y cosas parecidas, pero con sus toqueteos me estaba poniendo muy excitada, que ya es decir, porque traía una buena calentura. Miro en torno mío buscando a Bernardo y no le veo, ahí sí que me asusto de verdad, para nada quería estar a solas con ese desconocido. ¡¡¡Bernardo!!! Pego un grito llamándole ¡¡¡Bernardo!!! Y nada que no aparece ni contesta, a lo que este señor, me da una sonora bofetada y me dice, ¡¡¡cállate puta!!! Estás conmigo y vas a hacer lo que yo te diga, nadie va a venir a socorrerte, te voy a convertir en mi perra y vas a ser la más guarra que puedas imaginar. No señor, por favor; le suplico. Y va y me suelta otra bofetada esta vez más fuerte que la anterior. ¡¡¡Arrodíllate!!! Me dice. Lo hago sin rechistar, ¡¡¡y abre la boca!!! También lo hago. A lo que el buen señor me dice sácame la polla del pantalón. Si señor, le digo, y le desabrocho el pantalón y le saco la polla. ¡¡¡Métela en tu boca!!! Empiezo a tragarme su pene, y después de un buen rato de chuparle la polla y recorrerle su polla con mi lengua por todo el mango y hasta por los cojones, como me había dicho, me agarra de la cabeza y empieza a bombear con la polla metida en mi boca como si me estuviera follando, me llegaba hasta la garganta y me producía arcadas hasta que terminó corriéndose dentro de mi boca, me tuve que tragar todo su semen, se me salía por la comisura de los labios de tanta como le salía al buen señor. Esto hizo que se calmara un poco, pero no duró mucho tiempo. -continuará-

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