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La dama de rojo- el inicio

10:55 pm Friday, 10th June, 2022

Él era un padre de familia típico. A pesar de tener sesenta y cinco años mantenía su cuerpo atlético producto de su entrenamiento militar. Llevaba cuarenta años de casado con su novia de secundaria. Luego de su retiro militar se mudaron a una granja cuyo pueblo más cercano distaba a una hora. Los hijos crecieron formaron hogar y ya honraba el título de ser abuelo de cinco hermosos niños. Su vida transcurría en su pasatiempo favorito, armar aviones de guerra, era su pasión desde chico y fue el motivo de enrolarse a las fuerzas armadas. Tenía ciento de ellos, había acondicionado en el sótano de la casa el lugar perfecto para colocar todos sus modelos. Este espacio de igual forma le permitía seguir su rutina de entrenamiento. Tenía acondicionado equipos que fueron traídos de la ciudad y que era la envidia del único y lánguido gimnasio del pueblo cercano. De cuando en cuando invitaba a dos amigos a realizar sus entrenamientos en conjunto. Desafortunadamente por la distancia de su casa solo podían asistir una vez al mes. Su sótano, si su sótano, era su lugar. Su esposa lo entendía pues pasaba la mayor parte del tiempo en ese sitio. Ella lo comprendía y lo aceptaba. Desde chicos fue cariñosa con ella, la trataba bien, la complacía con cada detalle, era buen padre, esposo y amante. En sus años mozos aquel chiquillo flaco fue transformándose en un hombre viril, producto de su entrenamiento militar. Ella sabía que tenía a su lado la envidia de muchos hombres y el deseo de muchas mujeres. Mantenían buenas relaciones sexuales a pesar de tener cuatros hijos que cuidar. En esa época mantenían casi a diario relaciones. Era insaciable, ella le gustaba la complacía y sobre todo lo encantaba lo que la naturaleza le había dado a su marido como dotación. Este encanto hizo que muchas veces en las duchas del campo militar más de uno quedaba asombrado de ver su miembro, aunque en estado normal, se veía viril y con unas dimensiones considerables. Cuando se fueron uno a uno los hijos a la universidad sus relaciones ya se limitaron a una vez por semana. El seguía deseándola, pero ella a pesar que poseía unos senos hermosos, espigados y un cuerpo que a pesar de sus cincuenta y ocho años no desmerecía de un cuerpo de una mujer de treinta años sus deseos sexuales fueron disminuyéndose, su esposo lo asociaba a la menopausia y la comprendía. Desde que se mudaron a la granja asistían cada domingo a los servicios de la iglesia. Para ella este cambio le permito incorporarse a los servicios sociales de la iglesia lo que le permitía estar activa y útil. Llegaba el mes de septiembre época donde las voluntarias de la iglesia local asistían a un importante congreso que cada dos años las damas voluntarias de la iglesia de la capital del estado realizaban. En esta oportunidad, su esposa quería asistir ya que en el último evento no le fue posible ir ya que estaban asistiendo al nacimiento de su último nieto. El no tuve reparos en su insistencia y lo tomaba como el tiempo de dos semanas donde podía estar a sus anchas en casa. El primer día que estuvo solo sin su esposa, se sintió extraño, sobre todo en la noche donde no pude sentir el calor de su esposa. El segundo día tenía que asistir al pueblo por algunas provisiones y aprovecho para saludar algunos amigos. La mayoría de esposas de la iglesia local asistieron al congreso por lo que prácticamente el pueblo estaba en presencia de solo hombres. Compro sus provisiones y se dirigió a saludar a su amigo Rupert del cual compartían la pasión por el entrenamiento. Su casa estaba ubicada a las afueras del pueblo. Al llegar pensó Rupert no se encuentra pues no observa su vieja camioneta estacionada en el garaje. Decidió entrar por la parte posterior de la casa, era normal que en el pueblo las puertas de las casas no estuvieran cerradas por lo que ingreso fácilmente. Al ingresar escucho una leve música que provenía de la planta superior de la casa y con voz suave pronuncio el nombre de su amigo sin obtener respuesta. La música seguía sonando por lo que subió lentamente a la planta superior. Era una casa amplia, sus amigos al igual que ellos era una pareja madura, Rupert tenía 64 años un año menor que el, y su esposa cincuenta y cinco años. Sus cinco hijos habitaban con sus familias. en la capital desde hacía ya varios años. La planta superior poseía cuatro habitaciones y el estudio de Rupert, del cual provenía la música. El pensó entre sí, el muy condenado está tomando unas cervezas. Al subir a la segunda planta, nuevamente con voz suave, pronuncio por segunda vez el nombre de su amigo, sin obtener respuesta. Las puertas de las habitaciones estaban abiertas pero la del estudio se encontraba entre abierta. Lentamente se acercó fuera del estudio y abrió un poco más la puerta y lo primero que observo fue que el estudio se encontraba a media luz a pesar que todas las habitaciones incluyendo el estudio tenia ventanales amplios que permita entrar la luz natural. Recordó su época de entrenamiento militar cuando visito un burdel. El ambiente de aquel burdel era similar, bombillas rojas que creaban un ambiente diferente. Se quedó inmóvil sin hacer ruido, la música seguía sonando, en el fondo se escucha la melodía la dama de rojo, a tono con la atmosfera del lugar. Los ventanales estaban cerrados, todo el estudio era rojo lo que hacía que la visibilidad bajara notablemente, pero aun así podía distinguir todos los elementos que conformaban dicho espacio. El escritorio, los aparadores, el sofá amplio de cuero y la alfombra tupida de lana de cabra que su amigo había comprado en un mercado local. Cuando su visión pudo adaptarse al ambiente de lugar pudo observar a alguien de espaldas, era una mujer, ya que tenía un pelo largo, ondulado que llegaba a los hombros. Lo primero que pensó fue, que mujer podía estar allí si la esposa de Rupert estaba en la capital junto con su esposa. No había escuchado a su esposa mencionar que su matrimonio amigo tenia visitantes, por lo que resulto enigmático descifrar el rostro de dicha mujer. Seguía inmóvil observando y por instinto cerro un poco más la puerta dejando solo el espacio preciso para observar desde afuera sin ser visto. La mujer en cuestión, estaba sentada de espaldas en el escritorio. La luz roja de la habitación fue interrumpida por luz que emitía la pantalla de un computador recién encendido. La dama de rojo seguía sonando en al ambiente. Inmediatamente la mujer comienza a buscar en su computador y se abren carpetas de fotos, pero no se alcanzan a distinguir totalmente desde donde Brad se encontraba. Pasaron tres minutos y a mujer se coloca de pie, separa la silla, pero queda en frente de la pantalla del computador. Brad queda sorprendido de su altura, calculo quizás unos 1,92 y piensa entre sí, sí que es una mujer alta, casi de mi misma estatura. Su espalda era amplia disimulada con su cabello. A pesar del ambiente rojo de la habitación comienza a distinguir que la mujer tiene puestas unas medias y un corto vestido, estilo minifalda. En la parte superior tiene un babydoll de seda que llega justo a la altura de sus caderas. Recordó cuando en su juventud por equivocación ingreso al baño de la casa de sus padres y su tía estaba cambiándose, fue su primera experiencia de observar a una mujer semidesnuda, tenía catorce años. La mujer se aparta de la pantalla y del escritorio y comienza a moverse al ritmo de la melodía la dama de rojo y no dejar de mirar la pantalla del computador. Brad siente un corrientazo en su entrepierna. La mujer en cuestión se mueve lentamente, pero de una forma sensual casi hipnotizadora. Brad no deja de mirarla y su respiración comienza a agitarse, instintivamente su mano se dirige a su entrepierna y le agrada, hace rato no sentía esa sensación que le estaba produciendo observar a esa mujer. La mujer sigue moviéndose sensualmente y sus brazos tocan su cola. Nuevamente observa como esos brazos se notan fuertes, macizos, musculosos pero el trance del baile hace que su vista se dirija a su cola. Lentamente la mujer levanta su falda corta y queda a la vista una cola redonda, perfectamente trabajada. Brad pudo observar que llevaba ligueros y un hilo sexy se perdía en medio de esas dos moles de carne perfectamente redondas. Era una cola grande. El sexo de Brad creció de forma instintiva dentro de su interior. Estaba excitado, la mujer lo estaba excitando como hacía rato no lo experimentaba. La mujer continúa moviéndose de forma sensual y se puede observar unas caderas grandes y macizas, esto excita más a Brad, siempre le han gustado las mujeres de cadera ancha y cola grande. De un momento a otro, la mujer desabotono su falda y queda solo en ligueros, el babydoll cae justamente a la altura donde inician esos dos globos de carne perfectamente redondos que Brad no deja de observar. Su sexo comienza a lubricar y si siente a gusto. La mujer sigue moviéndose y se separa más de la pantalla del computador y por fin Brad observa lo que está viendo. Desde el lugar donde se encuentra puede ver que son fotografías. No logra distinguir claramente que son exactamente, lo único que deduce es la mujer se encuentra excitada observando esa pantalla de computador. Sus brazos musculosos siguen tocando sensualmente todo su cuerpo, son movimientos cortos y sensuales. Sus brazos se pierden en la parte delantera de su cuerpo y Brad presume que esta tocando su sexo. Se desdobla, su cuerpo se estremece al sentir sus manos tocando su sexo. Brad lo imagina radiante y su sexo reacciona en forma instintiva, Brad no puede contener su sexo totalmente excitado. Sus 24 centímetros se yerguen de forma instintiva. Su respiración esta agitada, sus tetillas están erguidas, las siente con el roce de su camisa y eso lo electriza más. La mujer siempre de espaldas continúa moviéndose rítmicamente al sonido de la dama de rojo, sus manos tocan sus piernas enfundadas en unas medias que permiten observar unas torneadas y gruesas. Sus gemelos son perfectamente esculpidos. Brad nunca había observado una mujer con aquella altura, con esos brazos, esas piernas y ese cuerpo musculado. Eso lo enciende más pues no es la típica mujer de cuerpo frágil. Recordó su época en la academia militar donde fue incorporada la primera mujer en su pelotón. Se llamaba Helga, era una mujer imponente de 1,80, de familia nórdica. Era el sueño de todos los del escuadrón y recordó como muchas veces se masturbo pensando en Helga. Brad deseaba que la mujer diera se colocara de frente, quería observar sus senos, los imaginaba redondos y firmes como su cola. Imaginaba unos pezones erectos y unas aureolas grandes, pero la mujer continuaba excitaba frente al computador observando las fotografías. De un momento a otro la mujer musita en sonido bajo una palabra, hermosa. Brad se queda de piedra, la mujer dijo hermosa, su mente comenzó a ir a mil por minuto y se imaginó que dicha mujer estaba excitada viendo fotografías de otras mujeres. Su sexo estaba mojado. Era lesbiana, pensó Brad, y eso lo excito aún más. Inmediatamente la mujer se separa de la pantalla del computador y con sus manos comienza a tocar la pantalla del computador. El bady doll le cubre sus brazos, pero Brad puede observar unas manos grandes y unos dedos gruesos, pero no presta atención a estos detalles solo quiere observar que está viendo la mujer, eso lo tiene excitado. La mujer esta excitada y su excitación la lleva a quitarse el badydoll, Brad piensa, por fin diosa, voltéate quiero observarte. De un momento a otro la mujer corre la silla y se voltea. Brad queda congelado, dirige su vista a observar esos pechos como los había imaginado, pero lo que puede observar es un pecho fuerte, velludo, unos pectorales de gladiador enfundados en un brasier del mismo color del babydoll, rojo. Cuando reacciona, el rostro de la mujer lo deja de una pieza. Era Rupert, su amigo, su barba rojiza tupida. El cabello le cae sobre la cara, pero su barba lo delatada. Continuará----




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